Los saurópodos, que se cuentan entre los dinosaurios herbívoros más grandes, reemplazaban sus dientes a un ritmo aproximado de un diente cada uno o dos meses y eso contribuyó a su éxito evolutivo.
La investigación, publicada en la revista Public Library of Science ONE, la encabezó el paleontólogo Michael D'Emic, de la Universidad Stony Brook, de Nueva York, quien indica que las diferencias en la tasa de reemplazo de dientes entre los herbívoros gigantes probablemente significó que sus dietas variaban.
Esto fue un factor importante que permitió que múltiples especies compartieran los mismos ecosistemas durante varios millones de años.
Por mucho tiempo, los paleontólogos se preguntaron cómo los saurópodos digerían las enormes cantidades de follaje necesarias para su tamaño.
En este estudio el equipo de D'Emic mostró que su investigación de la estructura microscópica de los dientes de saurópodo indican que estos dinosaurios formaban y reemplazaban sus dientes más rápido que cualquier otro tipo de dinosaurios, de forma más parecida a los tiburones y cocodrilos.
Esta rápida sustitución mantenía la dentadura en buenas condiciones para lidiar con el alto ritmo de desgaste implícito en la trituración de las cantidades de comida que requerían.
"La estructura microscópica de dientes y huesos revela aspectos de la fisiología del animal y nos dan un dato de la biología de animales que se extinguieron hace largo tiempo", señaló D'Emic, un investigador en el Departamento de Ciencias Anatómicas en la Escuela de Medicina de Stony Brook.
"Determinamos que para los saurópodos gigantes cada diente necesitaba sólo unos pocos meses en la formación", añadió.
"Efectivamente los saurópodos adoptaron un método en el que la cantidad importaba más que la calidad".
Según D'Emic, a diferencia de los mamíferos y otros dinosaurios, los saurópodos no mascaban su comida, sino que la cortaban en porciones pequeñas antes de tragarla.
"Al menos dos veces durante su evolución los saurópodos desarrollaron dientes pequeños que formaban y reemplazaban rápidamente", añadió. "Esta característica puede haber conducido al éxito evolutivo de los saurópodos".
El equipo desarrolló un método novedoso para calcular la tasa de formación y reemplazo de dientes del saurópodo sin el muestreo destructivo de los dientes que requiere secciones microscópicas.
Con esos cálculos los investigadores pudieron rastrear la evolución de la formación y reemplazo de los dientes a lo largo del tiempo en especies cuyos restos fosilizados son muy escasos como para cortarlos.
Con escaneos por tomografía computarizada y métodos anatómicos microscópicos estos investigadores midieron el tiempo de formación del diente, la tasa de reemplazo, el volumen de la corona y espesor del esmalte en dientes seccionados de Camarasaurus y Diplodocus, dos dinosaurios de la Formación en el Jurásico Tardío de América del Norte.
ANIMALES QUE SE REGENERAN
Un equipo de científicos de la Universidad de Tufts (EEUU) descubrió que el gusano conocido como planaria —estudiado por sus propiedades regenerativas— no sólo es capaz de regenerar su cabeza y su cerebro cuando es decapitado, sino que también recupera algunos de sus recuerdos.
Para llevar a cabo esta investigación, publicada en Journal of Experimental Biology, los científicos seccionaron la cabeza y cuello del gusano, tras lo cual comenzó a desarrollarse de nuevo. Sin embargo, los expertos se dieron cuenta de que el gusano también había recuperado sus habilidades aprendidas y decidieron evaluar su memoria.
No le gustan las luces brillantes
A estos pequeños gusanos no les gusta los espacios abiertos ni las luces brillantes, pero fueron entrenados para ignorar estos aspectos y encontrar su comida. Los científicos midieron el tiempo en que estos animales llegaban hasta los alimentos.
Así, descubrieron que, incluso después de la decapitación, los gusanos que habían pasado por la formación eran capaces de superar sus miedos y empezar a comer mucho más rápido que los gusanos que no habían sido entrenados, lo que demostraba que los recuerdos también se habían regenerado.
Los científicos explicaron que los recuerdos no volvieron inmediatamente, pero sólo hizo falta una lección para que el gusano volviera a hacer aquello para lo que había sido entrenado.
Los expertos indicaron que "aún no están claras" las razones por las que sucede esto, aunque sugirieron que algunos de sus recuerdos podrían ser almacenados en otro lugar de su cuerpo. También se baraja la posibilidad de que el cerebro original de los gusanos haya modificado su sistema nervioso y, a su vez, que el sistema nervioso pueda haber alterado cómo el segundo cerebro se forma durante la regeneración.
Una manera de estimular la memoria del segundo cerebro es dando de comer a estos gusanos, trozos de congéneres que ya tuvieran una memoria aprendida. De este modo, la memoria del gusano ingerido se distribuye a lo largo de todo el cuerpo de la planaria viva a modo de sustancia química, suponiendo un aliciente para el desarrollo del gusano.
Otras curiosidades
El gusano planaria no es el único animal que puede sobrevivir un tiempo sin cabeza. Tal es el caso del famoso pollo que llegó a los medios en 2002 y que sobrevivió sin cabeza durante 18 meses gracias a los cuidados de sus granjeros. El motivo de este fenómeno sobrenatural alberga en que el corte en el cuello no alcanzó su masa encefálica permitiendo que el cerebro siguiera funcionando.