Los investigadores llegaron a esta conclusión sorprendente al someter a una batería de pruebas los dientes del australopithecus sediba, de la que se hallaron dos especímenes en 2008 en una caverna cercana a Johannesburgo, Sudáfrica.
Este primate “seguía un régimen alimenticio muy diferente al de los otros homínidos estudiados hasta el momento. Dado que su morfología es muy similar, contábamos con que se pareciera más o menos a las otras especies de tipo australopithecus, o incluso un poco a los primeros hombres”, dijo a la AFP Amanda Henry, del Instituto de Antropología Max Planck.
“En realidad consumía muchísima más comida procedente de los entornos boscosos y cerrados, incluyendo alimentos duros”, añadió.
Para llegar a este resultado, los investigadores bombardearon los dientes del australopithecus sudafricano con un láser para extraer el carbono del esmalte.
Los dientes de otros 81 homínidos analizados antes y luego comparados contenían un tipo de carbono característico de las hojas y hierbas, pero el del australopithecus sediba provenía de árboles y matorrales.
El hallazgo sugiere que este primate comía, por lo menos durante un periodo del año, cortezas y otras materias leñosas que su organismo toleraba.
“La corteza, sobre todo la interna de los árboles, puede ser bastante nutritiva. Todos los nutrientes de un árbol pasan por su corteza interna”, aclaró Henry.
Para verificar este resultado insólito, los científicos recurrieron a una técnica inédita: extraer de los dientes un poco de sarro -la placa dental formada por la acumulación de minerales que tanto interesa a los dentistas modernos- y analizar los minúsculos fragmentos vegetales fosilizados que se habían quedado bloqueados en ella hace dos millones de años.
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