domingo, 24 de junio de 2012

Revelan secretos del computador mecánico más antiguo del mundo

En 1901, el hallazgo de un extraño objeto entre los restos de un antiguo buque romano revolucionó el concepto sobre cuán sofisticada fue la tecnología antigua. El mecanismo Antikythera, fabricado en la Antigua Grecia, es considerado el computador mecánico más antiguo del mundo; un complejo artilugio de dientes y engranajes que se creía inventado durante la Edad Media. Desde su descubrimiento, expertos internacionales de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, tratan de descifrar los secretos de este enigmático aparato.

Pero un hombre lleva más de tres décadas haciéndolo en solitario: el físico e historiador británico Michael Wright.

La dinámica celeste

Este científico empezó a estudiar el artefacto griego en el año 1974 y su búsqueda todavía continúa.

Ex curador del Museo de la Ciencia de Londres, Wright fabricó una réplica del Antikythera que colocó en un taller de su jardín de Hammersmith, en Londres. Está convencido de que el aparato se creó para calcular los movimientos planetarios, empleando una deslumbrante matemática y una matriz compuesta por 30 dientes mecánicos.

“La gente se preocupaba por la dinámica de los cielos”, explica Wright, “querían entender el cielo. Mucha gente analizaba su horóscopo y querían saber dónde estaban posicionados el Sol y la Luna cuando nacieron. Incluso podría tener un fin filosófico: ‘puedo usar la máquina para controlar el cielo. ¿Es así como lo hacen los dioses?”.

Wright está convencido que la parte frontal del objeto es un planetarium, con un asa para cada uno de los cinco planetas conocidos por los astrónomos de la Antigua Grecia, moviéndose en el círculo del Zodíaco. Uno de los grandes retos que enfrentaron sus antiguos diseñadores, dice Wright, fue que los planetas, que usualmente se mueven de oeste a este durante la noche, en algún momento se paran y regresan en dirección contraria. “Este movimiento en zigzag intrigaba a los griegos, pero se dieron cuenta de que se podía reproducir si tienes un círculo montado sobre otro círculo”, dice. “Me fui metiendo poco a poco en la mente de un mecánico heleno. Trataban de recrear un movimiento particular y lo hicieron de una forma bella”.

Paralelamente al trabajo de Wright, otro grupo de historiadores, matemáticos y astrónomos también se metieron de lleno en la reconstrucción del Antikythera.

“Nuestro modelo mostró por primera vez que el mecanismo incluía un ‘saros’, un sistema de predicción de eclipses, con funciones marcadamente sofisticadas”, afirma Tony Freeth, miembro del grupo. “Nuestro modelo explicó que el engranaje en la parte trasera tenía dos funciones distintas, unas que ninguna de las investigaciones hechas desde su descubrimiento lograron detecta”.

No obstante, tras un siglo de estudios realizados al Antikythera, todavía no se ha logrado explicar gran parte de los mecanismos que lo componen. “La última palabra no ha sido dicha o escrita”, dice Wright, “pienso que quizás no será en nuestra generación” (BBC).

La última palabra sobre el Antikythera aún no ha sido dicha ni escrita.


Investigadores descubren la velocidad de los elefantes
Cuando un saltamontes muere estresado, su cuerpo contiene una proporción de carbono-nitrógeno superior a la habitual. Este hecho, aparentemente sin importancia, puede alterar todo un ecosistema, ya que ralentiza el proceso de descomposición de materia orgánica en el suelo, según indica un estudio publicado en Science. “El hallazgo permite predecir cómo los diferentes cambios de entorno alteran la fisiología de los animales y, por consiguiente, pueden afectar al funcionamiento del ecosistema”, explicó Dror Hawlena, científico de la Universidad de Yale (EEUU) y la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel).

Siempre se ha pensado que los elefantes no corrían.

Sin embargo, hace unos meses se ha comprobado que estos paquidermos no sólo corren, sino que pueden ser muy veloces. Mediante el estudio de las filmaciones de 42 elefantes asiáticos en Tailandia, John R, Hutchinson, de la estadounidense Universidad de Stanford, ha mostrado que corren a una velocidad de 25 km/h y que, en ocasiones, han llegado a alcanzar los 40 km/h.

El investigador logro digitalizar los registros de las articulaciones del animal e hizo correr a los elefantes en distintos tramos para promediar la velocidad que alcanzan.



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