La copa tiene una deliciosa manija y es de oro casi purísimo, con escasas trazas de plata y estaño. Pero es su venerable edad, que se remonta a la Edad del Bronce, lo que la convierte en una pieza extraordinaria y equiparable a sólo otros tres hallazgos en el mundo.
El objeto, cubierto por sólo 60 centímetros de tierra, fue hallado el pasado marzo en una fosa junto al torrente Enza, y según los estudiosos puede cambiar radicalmente algunas ideas consolidadas sobre el comercio y los intercambios en Europa hace unos cuatro milenios.
La copa, en parte rota por trabajos agrícolas recientes, parece haberse quebrado ya antiguamente: un daño tal vez intencional, probablemente ligado a algún tipo de ritual específico.
Ninguna tumba, estructura o caja contenía la pieza, sepultada en forma aislada en un simple agujero de tierra. Los estudios acaban de comenzar pero un dato es seguro: se trata de un hallazgo excepcional que vincula “idealmente” el territorio de Emilia Romaña con los “henges” del Reino Unido y los recintos alemanes de Renania del Norte-Westfalia, las zonas de donde proceden las otras pocas piezas semejantes descubiertas.
“Este hallazgo demuestra qué rica y articulada era la red de intercambios comerciales hace 4.000 años”, declaró Filippo Maria Gambari, superintendente regional de Bienes Arqueológicos.
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