domingo, 7 de julio de 2013

Adiós al Zeppelin

Por qué excitaba tanto la imaginación popular el Graf Zeppelin? Las fotos y testimonios nos cuentan que cuando cruzaba por una ciudad se congregaban multitudes para verlo pasar. Ese gigante plateado, brillando al sol, causaba curiosidad y admiración.

Ya los nazis estaban en el poder en los años de la grandeza del Graf Zeppelin y la nave servía como un eficaz medio de propaganda de las bondades del régimen y la superioridad técnica alemana.

Porque el Zeppelin no pasaba simplemente por las ciudades sino que las sobrevolaba muy despacio, como pavoneándose, dando una vuelta amplia para que todos pudieran admirarlo y luego aceleraba para seguir a la siguiente ciudad.

El Zeppelin jugaba así con las ilusiones pues un viaje en esa nave era un sueño accesible sólo para ricos y famosos de su tiempo. Políticos, industriales, cantantes famosos, militares connotados y millonarios, sobre todo magnates norteamericanos elegían el Zeppelin para cruzar el Atlántico. Es decir, los mismos que escogieron al Titanic de 1912.

El Graf Zeppelin fue reemplazado por el Hinberburg, una versión más grande y compleja, que doblaba el número de pasajeros. Ahora serían cincuenta los que podrían embarcarse en el fabuloso Zeppelin.

Pero en Alemania no todos apostaban al futuro de las enormes y lentas naves. A la par de la exhibición zeppeliniana, una vigorosa industria aeronáutica extendía sus logros por el mundo con los seguros y eficientes Junkers, llegando incluso a Perú.

El gran cronista del Zeppelin fue el español Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna - Corpus Barga para los amigos y lectores- que lo abordó en 1930. Escribió mucho sobre el tema y de una de sus crónicas he escogido esta descripción:

“Muchas esperas he tenido que sufrir como periodista. Ninguna tan extraordinaria como ésta, en el cielo de Río de Janeiro, buscando a la luz del alba un punto negro en el horizonte. Río de Janeiro dormía, cansada de esperar al dirigible. Sólo las colinas continuaban despiertas y vigilantes escrutando el horizonte también. De pronto una colina se ruborizó. Acababa de percibirse por el Sur algo deslizándose sigiloso entre las nubes. El Graf Zeppelin llegaba cauteloso ante las colinas. Iba a acercarse; sin embargo, cuando detrás de ellas salió, radiante, el sol a darle el alto, se vio al Graf Zeppelin retroceder horizontal. El dirigible, frente al sol, parecía un aparato fotográfico enfocando a un personaje. Luego el Zeppelin se puso a brillar otra vez como el acero y, dando una vuelta, se fue a despertar al aeropuerto, cubierto aún con las sábanas de niebla'”.

El formidable Hindenburg se incendió y explotó en mayo de 1937 en Lakehurst, en Nueva Jersey, y la tragedia causó tal conmoción que nadie quiso ya jamás trepar a un Zeppelin. Y al poco tiempo se precipitó la guerra y todos lo olvidaron.

Menos por supuesto los pernambucanos que vieron llegar y partir al Zeppelin muchas veces y que hasta ahora conservan la torre de amarre. Es improbable que regrese. Pero sigue alimentando la fantasía popular y muchos van a ver la torre legendaria para enterarse de la historia.

¿Quieren ver cómo era ese aparato volador? Fácil: vayan a YouTube.com, tecleen “Graf Zeppelin” en la caja de diálogo correspondiente, elijan un video y allí aparecerá, en toda su gloria, la nave más grande de la historia de la aviación.

Juan Gargureviches un prestigioso comunicólogo y periodista peruano.



Es improbable que regrese. Pero sigue alimentando la fantasía popular y muchos van a ver la torre ...


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