Es difícil establecer cuándo comenzamos a utilizar las flores en actos públicos y ceremonias, debido a la escasez de pruebas en el registro arqueológico. Pero en una cueva de Carmelo, una región montañosa en el norte de Israel, los investigadores encontraron cuatro tumbas de entre 13.700 y 11.700 años de antigüedad que habían estado cubiertas con flores. Una de ellas alberga a una pareja inusual de un niño varón y un adulto.
Los científicos identificaron las huellas de la salvia, menta y otras plantas herbáceas en el barro alrededor de los cuerpos. Según ha publicado la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, se trata de la evidencia sólida del uso más antiguo de plantas en ceremonias fúnebres. Sólo existe otro ejemplo aún más antiguo en la tumba neanderthal Shanidar IV en el norte de Irak, de hace 50.000 años, pero los autores creen que es cuestionable.
Un proceso sofisticado
Las plantas fueron colocadas junto y bajo los cuerpos, como si se tratara de, literalmente, una cama de flores. Formaba una capa lo suficientemente gruesa como para evitar que otros objetos de la tumba dejaran sus propias huellas en el barro. “Tal vez ellos (los natufienses) no estaban pensando acondicionar la tumba para que fuera cómoda, sino en el efecto que las flores tendrían sobre los asistentes al funeral”, dice Daniel Nadel, arqueólogo coautor del estudio, en la revista NewScientist.
El objetivo sería muy parecido al actual en los funerales, ya que las plantas con flores estimulan respuestas emocionales y sociales positivas en los seres humanos.
Los investigadores creen que la preparación de las tumbas era un proceso planificado y sofisticado, lleno de significados sociales y espirituales que reflejan una sociedad compleja preagrícola que experimentaba cambios profundos al final del Pleistoceno.
Los natufienses fueron uno de los primeros pueblos prehistóricos conocidos por enterrar a sus muertos en cementerios cerca de las cabañas en las que vivían, y no en fosas comunes aisladas. En sus entierros a menudo aparecen ajuares funerarios como cuentas, ocre rojo y herramientas de piedra. Además, existen indicios de que celebraban un banquete como parte de los funerales (J. de Jorge).
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