La muerte más utilizada para los considerados vampiros en el pasado era la decapitación, ya sea de manera directa o colgándolos de una horca hasta que la descomposición separara la cabeza del cuerpo.
En ambos casos, a la hora de enterrarlos situaban la cabeza en las piernas de la víctima con la esperanza de que ante la imposibilidad de localizar la cabeza no podrían levantarse de la tumba.
Esta práctica era común en las tierras eslavas durante las décadas posteriores a la adopción del cristianismo por las tribus paganas.
La tumba se halló durante la construcción de una carretera en la ciudad de Gliwice, y fue toda una sorpresa para los arqueólogos acostumbrados a encontrar restos humanos de los combates de la Segunda Guerra Mundial.
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