“Debemos despedirnos de la imagen tradicional de los reptiles gigantes. Eran mucho más mullidos”, dijo Rauhut, quien explicó que los reptiles no contaban con plumas para volar, sino para protegerse de las inclemencias y el frío.
Asimismo, subrayó que este descubrimiento confirma las teorías de que los reptiles gigantes no tenían sangre fría, sino que, de alguna manera, la tenían caliente como las aves o los mamíferos de la actualidad.
La investigación
Los científicos alemanes basan sus conclusiones en el análisis de los restos de un bebé de dinosaurio de 150 millones de antigüedad encontrados en una cantera de la localidad de Kelheim, en el sureño estado germano de Baviera.
Se trata de un especimen carnívoro de unos 70 centímetros de tamaño, emparentado con el temido Tiranosaurus Rex, del que se conserva el 98 % de su cuerpo y en el que, bajo luz ultravioleta, se reconocen los restos de piel y plumas.
“Ahora sabemos con seguridad que los animales jóvenes tenían plumas”, subrayó Rauhut, y por ello no se puede descartar que también los adultos como el Tiranosaurus Rex fuesen como “de peluche”.
Las plumas “son probable y sencillamente un protector térmico”, añadió el paleontólogo, para el que un plumaje sólo tenía sentido si los dinosaurios “tenían la oportunidad de regular de alguna manera con él su temperatura corporal”.
El ejemplar hallado es de la especie Sciurumimus albersdoeferi que, según se calcula, una vez adulto alcanzaba una longitud “de seis metros o más”, explicó el paleontólogo alemán, quien calcula que pudo llegar a pesar hasta una tonelada, o tal vez aun más.
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