martes, 31 de julio de 2012

Los pasquines, los libelos infamatorios y papelones sediciosos en el primer grito libertario de América

Transcurría la vida en una tensa calma en la ciudad de nuestra Señora de La Paz, luego del “cerco” a la ciudad protagonizada por las huestes de Tupac Catari, quien al mando de 40.000 indígenas movilizados, sitiaron la ciudad y sus alrededores por mas de tres meses (109 días) en el que la hambruna y las enfermedades diezmaron a la población, cobrando mas de 10.000 muertos. (1).

La rivalidad existente entre los españoles venidos de la península, los criollos nacidos en tierras americana y los mestizos, producto de la mezcla indígena e hispana, que si bien coexistían en esta ciudad, el rencor y odio que sentían unos contra otros se acrecentaba cada día mas, por los abusos cometidos por los “chapetones” como también se conocía a las autoridades reales llegadas de España.

El criollo al igual que el mestizo se preguntaba con mas frecuencia, porque obedecer las órdenes de un monarca que no conocían y que se apropiaba de las riquezas de estas exuberantes tierras, sin dejar nada a cambio. Se preguntaban, porque obedecer a los sirvientes de un amo que no conocían la realidad en la cual se vivía en las colonias, porque se encontraba demasiado lejos para escuchar sus reclamos.

Estas ideas fueron madurando por mucho tiempo en la mente del hombre altoperuano que se caracterizó por su valentía y tenacidad en la lucha, pero también por su abierta afición al vicio y la bebida. Varios fueron los intentos por romper estas cadenas de sometimiento, tanto por indios y mestizos porque siempre se vieron frustrados por la traición y las ambiciones personales de quienes en su momento se levantaron en contra de la corona española, como el protagonizado por Alejo Calatayud en Cochabamba y Antonio Gallardo apodado el Philinco, en La Paz, quie nes armados tan solo de valor y coraje al frente de un puñado de hombres valientes, enfrentaron a las tropas realistas para cambiar el destino de estas tierras americanas y liberarlas del yugo español, pero fueron vanos sus intentos porque la sangrienta represión con las que fueron sometidos estos movimientos rebeldes para dar escarmiento a los sublevados dejaron muy claro quienes tenían el poder en esta parte de las colonias españolas; sin embargo, no hicieron otra cosa que posponer el movimiento revolucionario que ya se gestaba en el Alto Perú y que repercutió en toda la América hispana.

En la primera rebelión de los mestizos de 1661, encabezada por Antonio Gallardo, el Philinco, ya circuló algunos libelos y papelones sediciosos en contra de la corona española, como el siguiente: “¡Libertad para los americanos, mueran los chapetones!” (2)

La Europa del siglo XVIII se hallaba convulsionada por ideas liberales del periodo de la “Ilustración”, donde las ideas de libertad, igualdad y fraternidad expuestas por filósofos y pensadores franceses como Rosseau, Voltaire, Montesquieu y Diderot entre muchos otros, expresadas en sus obras como el “El Contrato Social”, “El espíritu de las leyes”, “La Enciclopedia”, “Las consideraciones sobre las causas de la grandeza y la decadencia de los romanos”, etc., obras en las que se pone de manifiesto la doctrina social liderada por Rosseau que establece el principio de que “El hombre es naturalmente bueno, que la sociedad corrompe esta bondad y que, por lo tanto, es necesario volver a la virtud primitiva”; doctrina que cuestiona la autoridad del rey y la del Papa en cuanto a la libertad del hombre. Estas ideas expresadas en sus obras a través de la imprenta y del libro, llevaran a la Francia monárquica y decadente del siglo XVIII al caos y la anarquía total, con la toma de “La Bastilla”, prisión política de la monarquía francesa en Paris, símbolo de la opresión y el absolutismo real, toma realizada por el pueblo francés enardecido el 14 de julio de 1789, con lo que se inició la Revolución Francesa, la cual traería cambios de trascendental importancia en la forma de vida, el pensar y de actuar en el hombre de entonces, dando inicio a la Edad Contemporánea.

Hispanoamérica, pese a encontrarse al otro lado del Atlántico, seguía muy de cerca los acontecimientos políticos que se producían en Europa luego de la Revolución francesa. Las ideas revolucionarias expresadas en las obras de Rosseau, Voltaire, Montesquieu también llegaron a las colonias hispanas de América, burlando el férreo control de la Santa Inquisición Católica, que consideraba esta literatura como de mala influencia, so pena de sufrir castigo corporales severos y multas a quien se encontrase en poder de estas obras consideradas “prohibidas”.

Sin embargo, en algunas de las bibliotecas privadas de personajes importantes en el Alto Perú, se podía encontrar algunas de estas obras prohibidas por la Santa Inquisición, las que se pasan de mano en mano para ser leídas en pasillos y corrillos de los grandes salones y palacios, así como las humildes viviendas de artesanos y las mismas aulas universitarias de San Francisco Xavier en la ciudad de Charcas (Sucre). Las obras que se leían en ciudades como La Paz, Cuzco, Charcas, Córdoba, Lima, Buenos Aires, Potosí, entre otras ciudades importantes de la América hispana, fueron las siguientes: el “Diccionario razonado de Física” de Jacques Brisson, “La monarquía eclesiástica” de Juan Pineda; “Sinopsis histórica cronológica de España” de Juan Ferreras; “Historia de la conquista de México”, de Antonio Soliz y Rivadeneyra (3).

Stella Maris Fernandez en su obra “La imprenta en Hispanoamerica”, establece la siguiente relación de obras prohibidas que se leían en las colonias hispanas: “Historia de la Indias” y “Conquista de México”, de Francisco López de Gomara; “La dragontea” de Lope de Vega y “La historia de América”, de Robertson, uno de los libros mas perseguidos por la Inquisición católica, además de “Los Comentarios Reales” del Inca Gracilazo de la Vega. (4)

La llegada de la imprenta al Alto Perú se produce demasiado tarde, cuando en muchas ciudades latinoamericanas ya poseían una de ellas. La primera en contar con una imprenta, fue la ciudad de México en 1539, gracias a las gestiones realizadas por el obispo de México, Fray Juan Zumárraga quien solicitó al Rey Carlos V de España, el establecimiento de una imprenta para la publicación de textos religiosos para catequizar a los indígenas; en este sentido, la primera obra publicada en suelo americano, fue la obra de Fray Bartolomé de las Casas, titulado “Cancionero espiritual”. Luego, se instalarían imprentas en otras ciudades hispanoamericanas con el mismo propósito, el de catequizar a los indígenas, como en la ciudad de Lima el año 1584; Buenos Aires el año 1780 y en Santiago de Chile, el año 1780. (5)

Muchos autores establecen que la llegada de la imprenta al Alto Perú, se produce recién en 1822, con la publicación del primer periódico altoperuano, “El Telégrafo” periódico realista publicado en una sola hoja, en una imprenta volante, al servicio del ejército español, dirigido por el general realista Pedro Olañeta. El Telégrafo, fue una hoja que se publicaba en diferentes localidades del Alto Perú, porque esta era publicada en una imprenta volante que se trasladaba a lomo de bestia junto al ejército realista. Se tiene evidencias que El Telégrafo fue publicado en Mojo, en Cochabamba y luego en Oruro, de acuerdo a las circunstancias durante la Guerra de la Independencia para alentar al ejército realista durante los combates. (6)

Pese a que la imprenta llego muy tarde al Alto Perú, ya existía una rica y larga tradición en la elaboración de manuscritos y panfletos, así como la copia de libros a mano. Uno de los reconocidos copistas asentado en la ciudad de nuestra Señora de La Paz, fue Patricio Gaioso Martínez a cuya excelente caligrafía se debieron trabajos de una época inmediatamente anterior al siglo XIX. Se sabe que Gaioso Martínez, copió en un solo volumen varios dia rios, uno de ellos fue la de Sebastían de Segurola que refería los sucesos de la rebelión indígena de 1781 en las ciudades de La Paz, Puno y Oruro. (7)

En el territorio altoperuano y por consiguiente en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, la difusión de los acontecimientos sociales como fiestas sociales, bailes y recepciones que realizaba la alta sociedad de entonces, se efectuaba a través de invitaciones y esquelas manuscritas. En tanto que, el acontecer político y las noticias, se las daba a conocer a través de hojas manuscritas o periodiquillos que se los fijaba en las esquinas de las principales calles y plazas de la urbe paceña. Así por ejemplo, la toma de la ciudad de Buenos Aires en 1807 por tropas inglesas al mando de las tropas de Beresford y Whiteloke y luego la heroica reconquista por el general francés al servicio de la corona española, Santiago Liniers, fue un hecho noticioso que conmovió a la ciudadanía paceña enterada por medio de estos periodiquillos manuscritos. En este hecho noticioso ya que se tildaba a los tropas realistas afincadas en la ciudad de Buenos Aires, de abandono y poco preparadas para defender la ciudad bonaerense. (8)

No faltaban los periodiquillos manuscritos con alto contenido político o subversivo que se los conocía con el nombre de “pasquín” (escrito anónimo de contenido satírico que se fija en sitios públicos). De acuerdo a don Manuel Maria Pinto, citado por Eduardo Ocampo Moscoso en su obra: Historia del periodismo boliviano, se refiere de la siguiente manera:

“…estos pasquines ó periódicos, como diríamos ahora, manuscritos en varios ejemplares anónimos por fuerza, solicitaban verdadero ingenio para disimular desde la caligrafía o estilo, hasta la gramática del autor, injertando términos generales de vulgar uso, motes comprensivos de cualidades o defectos y varias surtes de apelativos macarrónicos o burlescos” (8).

Continuará...

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