Con este cometido no sólo se apoyaron investigaciones arqueológicas y antropológicas en diferentes países, sino también actividades delincuenciales y criminales como el saqueo de obras de arte en Polonia y los fusilamientos masivos en Europa del este. El libro El plan maestro. Arqueología fantástica al servicio del régimen nazi (2008), de Heather Pringle, consigna las actividades de la Ahnenerbe, así como los proyectos que no se llevaron a cabo, como una prospección a Tiwanaku que se canceló por el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
La misión a Tiwanaku tenía la finalidad de aportar pruebas científicas que refrendaran la Teoría del mundo helado o Welteislehre formulada por el ingeniero austriaco Hans Hörbiger, la cual afirmaba que la Tierra había sufrido cataclismos cósmicos provocados por la destrucción sucesiva de seis satélites que orbitaban alrededor de ella. Cuando aquello ocurrió, toda la superficie terrestre, con excepción de regiones de gran altura, quedó congelada. Entre las zonas que se salvaron estaban los Andes bolivianos, el Himalaya y las altiplanicies etíopes, regiones donde supuestamente habían emigrado los antiguos nórdicos para salvarse de las glaciaciones.
Kiss en Bolivia
Uno de los seguidores de Hörbiger fue el arquitecto alemán Edmund Kiss, quien en 1927 se contactó con el austriaco Arthur Posnansky, que desde años atrás hacía estudios en Tiwanaku. En 1928, Kiss se trasladó a Bolivia, donde por varios meses procedió a examinar los monumentos, tras lo cual no sólo dibujó planos de las construcciones, sino también se ocupó de copiar las inscripciones grabadas en piedra. Asimismo, Kiss escudriñó en los grabados de la Puerta del Sol, en la cual creyó vislumbrar una especie de calendario antiguo. Para el arquitecto, la existencia de dicho calendario era una prueba irrefutable de la veracidad de la teoría de Hörbiger, pues en su opinión el grabado mostraba las condiciones primitivas de la Tierra cuando una luna orbitaba a gran velocidad en torno al planeta.
Tras sus observaciones, Kiss no sólo afirmó que Tiwanaku tenía una antigüedad de millones de años, sino también que había sido construida por los antiguos nórdicos que colonizaron la región. Uno de los monumentos que más le impresionaron fue una escultura de un busto humano, sobre la cual escribió: “De inmediato resulta evidente que este hombre no es indio, ni posee características mongolas, sino que más bien son nórdicas puras”.
Después de su retorno a Alemania, Kiss publicó novelas fantásticas ambientadas en la Atlántida y Tiwanaku, así como un trabajo con aspiraciones científicas llamado Das Sonnentor von Tiwanaku und Hörbigers Welteislehere o La Puerta del Sol de Tiwanaku y la teoría del mundo helado de Hörbiger, en el que incluyó dibujos de enormes monumentos, en los cuales se podía apreciar a habitantes altos y esbeltos, ataviados con una vestimenta futurista.
La recepción fue extática. Tanto así que muchas revistas del partido nazi (NSDAP) dedicaron varios artículos a las investigaciones de Kiss, todos ellos con sus fantásticas ilustraciones. En estas obras, Kiss explicaba que la antigua colonia nórdica de Tiwanaku se había desmoronado durante un cataclismo provocado por la caída de una luna.
Con apoyo nazi
Luego del éxito de sus obras, Kiss pensó en un nuevo viaje a Bolivia, en el que ampliaría sus investigaciones, para lo cual solicitó el respaldo de la Ahnenerbe y hasta obtuvo una respuesta favorable del propio Himmler. A partir de entonces, y por espacio de un año y medio, Kiss y Wolfram Sievers, director de la organización, trabajaron juntos preparando la expedición al altiplano boliviano.
Para agosto de 1939, el proyecto estaba listo para ser ejecutado y sólo faltaban algunos detalles, como la contratación de un piloto experimentado en fotografía aérea y la definición de los salarios de los miembros del equipo, además de la obtención de los boletos para el viaje a Bolivia. El costo de la expedición rondaría la suma de los 100.000 marcos del Tercer Reich, monto que convertía al proyecto en el más caro realizado por la Ahnenerbe.
La misión a Bolivia estaría conformada por un mínimo de 20 personas, entre arqueólogos, geólogos, zoólogos, botánicos, meteorólogos, así como pilotos y expertos en navegación submarina, quienes debían permanecer en el país por al menos un año. Además de estudiar Tiwanaku, la expedición se ocuparía de explorar las profundidades del lago Titicaca, para lo cual se utilizaría una cámara submarina de última tecnología; asimismo se preveían vuelos sobre el altiplano andino, para poder filmar los caminos incas. También se planeó hacer un extenso trabajo de campo geológico en regiones ubicadas entre Colombia y Perú.
Estalla la guerra
Mientras se afinaban los últimos detalles para la expedición, el 23 de agosto de 1939 el Tercer Reich y la Unión Soviética firmaron un tratado de no agresión que dio vía libre a Hitler para atacar Polonia, lo cual efectivamente ocurrió en la madrugada del 1 de septiembre. El inicio de la Segunda Guerra Mundial no sólo significó la cancelación del proyecto a Tiwanaku y otros que debían llevarse a cabo en Irán, en las Islas Canarias y en Islandia, sino el inicio de una nueva etapa en las actividades de la Ahnenerbe, que a partir de entonces se comprometerían en actividades como el saqueo de obras de arte y la experimentación con seres humanos.
Como se ha podido apreciar, la Ahnenerbe trabajó para dar credibilidad científica no sólo a las teorías racistas nazis, sino también a aquellas que explicaban el origen del Universo y de la Tierra; esto último basado en las teorías de Hörbiger. El accionar de los miembros de la Ahnenerbe se caracterizó por desconocer los logros de otras civilizaciones como la tiwanakota y la incaica, para afirmar la supuesta superioridad de la raza nórdica. En aquella época, en el mundo científico serio de Alemania y de otros países, tanto la teoría sobre la presencia nórdica en los Andes, así como la de los cataclismos cósmicos de Hörbiger fueron condenadas como un puro y solemne disparate. A pesar de ello, la teoría era muy popular entre altos dirigentes nazis, incluyendo al mismo Hitler.
Algo que pone en evidencia el caso de la Ahnenerbe es la actuación de científicos bajo regímenes totalitarios, quienes sacrificando su ética profesional y científica se ocupan de rendir pleitesía al poder de turno, lo cual confiere así un barniz científico a la forma de ver el mundo que tienen determinados gobiernos con aspiraciones dictatoriales.
Himmler. A partir de entonces, y por espacio de un año y medio, Kiss y Wolfram Sievers, director de la organización, trabajaron juntos preparando la expedición al altiplano boliviano.
Para agosto de 1939, el proyecto estaba listo para ser ejecutado y sólo faltaban algunos detalles, como la contratación de un piloto experimentado en fotografía aérea y la definición de los salarios de los miembros del equipo, además de la obtención de los boletos para el viaje a Bolivia. El costo de la expedición rondaría la suma de los 100.000 marcos del Tercer Reich, monto que convertía al proyecto en el más caro realizado por la Ahnenerbe.
La misión a Bolivia estaría conformada por un mínimo de 20 personas, entre arqueólogos, geólogos, zoólogos, botánicos, meteorólogos, así como pilotos y expertos en navegación submarina, quienes debían permanecer en el país por al menos un año. Además de estudiar Tiwanaku, la expedición se ocuparía de explorar las profundidades del lago Titicaca, para lo cual se utilizaría una cámara submarina de última tecnología; asimismo se preveían vuelos sobre el altiplano andino, para poder filmar los caminos incas. También se planeó hacer un extenso trabajo de campo geológico en regiones ubicadas entre Colombia y Perú.
Estalla la guerra
Mientras se afinaban los últimos detalles para la expedición, el 23 de agosto de 1939 el Tercer Reich y la Unión Soviética firmaron un tratado de no agresión que dio vía libre a Hitler para atacar Polonia, lo cual efectivamente ocurrió en la madrugada del 1 de septiembre. El inicio de la Segunda Guerra Mundial no sólo significó la cancelación del proyecto a Tiwanaku y otros que debían llevarse a cabo en Irán, en las Islas Canarias y en Islandia, sino el inicio de una nueva etapa en las actividades de la Ahnenerbe, que a partir de entonces se comprometerían en actividades como el saqueo de obras de arte y la experimentación con seres humanos.
Como se ha podido apreciar, la Ahnenerbe trabajó para dar credibilidad científica no sólo a las teorías racistas nazis, sino también a aquellas que explicaban el origen del Universo y de la Tierra; esto último basado en las teorías de Hörbiger. El accionar de los miembros de la Ahnenerbe se caracterizó por desconocer los logros de otras civilizaciones como la tiwanakota y la incaica, para afirmar la supuesta superioridad de la raza nórdica. En aquella época, en el mundo científico serio de Alemania y de otros países, tanto la teoría sobre la presencia nórdica en los Andes, así como la de los cataclismos cósmicos de Hörbiger fueron condenadas como un puro y solemne disparate. A pesar de ello, la teoría era muy popular entre altos dirigentes nazis, incluyendo al mismo Hitler.
Algo que pone en evidencia el caso de la Ahnenerbe es la actuación de científicos bajo regímenes totalitarios, quienes sacrificando su ética profesional y científica se ocupan de rendir pleitesía al poder de turno, lo cual confiere así un barniz científico a la forma de ver el mundo que tienen determinados gobiernos con aspiraciones dictatoriales.
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