domingo, 14 de julio de 2013

Las amazonas

Siempre ha sido un enigma esto de las amazonas. Vagamente conocemos acerca de ellas en el Viejo Mundo, y otros en América de Sur, precisamente en el río y selva que llevan ese nombre. He de tratar de reunir datos sobre las amazonas que yacen sin ilación para mí también. Según algún historiador, Francisco de Orellana, capitán de Pizarro en la conquista del Perú, una vez ejecutado el dueño del imperio, decidió actuar por su cuenta y reuniendo parte de la expedición, en dos chalanas se embarcó por el río Marañón, nombre puesto por los conquistadores españoles, que nace en la enhiesta cumbre de picachos rocosos del Perú.

Desde ahí el descenso es constante, donde comienza a espesar la selva. Árboles de troncos rugosos, envueltos en cortinas densas donde se advertía el rumor de la fauna. Poco a poco el descenso se fue y fatigoso y pero el calor se hizo abrasador y abrumaba a los hombres. Las barcazas bajaron junto a la corriente que avanzaba inexorablemente devorando las riberas como si fueran con feroces dentelladas de olas espumosas y espesas. Los barqueros soportaron tumbos por las aguas que formaban torbellinos en medio de rápidos y cachuelas espumosas.

Por fin llegaron hasta un claro, y ahí el río… tan ancho que no se veía la orilla opuesta, además todo se hallaba rodeado de selva espesísima. Se vieron obligados a caminar abriéndose paso por la maraña espesa y pantanos pestilentes llenos de mosquitos, viendo en los árboles monos pequeños que saltando de rama en rama, perecían burlarse de ellos. Se echaron a descansar un poco, comieron su yantar de cazabe y pan de maíz. Todo parecía estar calculado para varios meses, amén de tener las armas en ristre. Parecía que el propósito es buscar el tan febrilmente deseado "El Dorado".

Más adelante llegaron hasta la ribera del gran río, cubierto por una gran selva. A los pocos días de caminata por la orilla encontraron un barco de madera, destruido, en cuya tabla principal aparecía la palabra "Amassonas", así como se lee. Esto le sorprendió mucho a Orellana, creyó que hombres del Viejo Mundo habían visitado ese lugar y encontrado mujeres a las que llamaron "amazonas". Le hizo meditar sobre las amazonas del viejo oriente cuya existencia conocía por la mitología de pueblos como Grecia, Cartago, Troya y otros. Poco después y cuando ya salió de allí sin encontrar nada que valga la pena y bautizó al gran río como "Río Amazonas". La Iglesia católica consagró ese nombre (1).

Otros historiadores e investigadores sostienen que Francisco de Orellana fue quien descubrió el gran río, y que sostuvo una lucha singular con hermosas mujeres, esbeltas, de ojos verdes como las esmeraldas, a las que comparándolas o con las legendarias amazonas, le puso ese nombre al río. Años después algunos exploradores de la región amazónica encontraron aspectos sorprendentes, como grupos de seres de culturas extrañas, una de ellas por ejemplo, en estado primitivo, cuyo jefe era elegido, mediante duras pruebas, siendo unas de ellas tener el valor de beber jugos de cadáveres intencionalmente podridos (2). Uno de esos grupos refirió que hubo exploradores que desaparecieron allí o fueron devorados por fieras o las terribles hormigas "tambochas": y que existían mujeres guerreras y cazadoras, de pupilas verdes a las que llamaban "icabianas".

El escritor cruceño Juan Bautista Coímbra en su libro Siringa revela la existencia de esas mujeres guerreras a las que las nombra amazonas (3); y otro personaje que cazaba caimanes reveló que vio una o dos mujeres de ojos color esmeralda, aunque aseguró también que no todas ellas poseían ojos verde, algunas las tenían pardos. Portaban aljabas y flechas y lo curioso era que pronuncian palabras en quechua. El grupo que probablemente se hallaba en estadio medio de la barbarie a partir de sus costumbres y rituales, y no estado totalmente salvaje porque hacían fuego, le dio entender que se vayan, o los matarían. Sabía este cazador que esas mujeres secuestraban hombres y a veces los mantenían secuestrados como sementales para hacerse fecundar y conservar al feto si era mujer, pero si era varoncito se deshacían de él y del padre. Su propósito era conservar reducida sólo a mujeres la comunidad de las amazonas.

Pero las amazonas no sólo es historia de América del Sur. He acudido a varios autores sobre el tema, y todos ellos difieren en cuanto a situaciones geográficas la existencia y veracidad de las amazonas. Datos sobre ellas se hallan en varios textos y enciclopedias como la Ilíada, "Grandes Enigmas del Universo", "Enciclopedia Americana", "Atlas de Nuestro Planeta", "Enciclopedia Salvat", lo mismo que autores y testigos. Uno de ellos cuenta que conoció una carta de Cristóbal Colón que textualmente dice:

"15 de enero de 1493/. Hoy fui informado por los naturales de la isla de que existe una que está habitada solamente por mujeres".

"15 de enero de 1483-/Los naturales (de la isla) se muestran reticentes a indicarme el lugar de la isla de mujeres. Sólo llaman "matutino" a la isla." (4).

El budista chino Hui Shen ubica a las amazonas en una lejana isla del Pacífico. El historiador griego Diodoro de Siracusa ubica las amazonas en la isla de Sirte; Marco Polo en el golfo de Adén; un griego de nombre Melo o Tedlo dice que la palabra "amazona", proviene de dos: "a" "sin", "mazón" "seno". Se refiere a la creencia de que las amazonas del lado de Grecia que ayudaron a Príamo, contra lo griegos en la guerra de Troya, no tenían el seno derecho, que se lo cercenaban, y era para manejar con facilidad el arco y las flechas. Seguimos: Osorio, siglo VII, en su libro contra los paganos, habla de la lucha de mujeres llamadas amazonas contra soldados de una expedición de occidente; Alfredo El Grande menciona la existencia de mujeres guerras en el norte de Europa; el año 872 de C., el árabe Ibn Yacum ubica las amazonas en el mar Báltico; en el siglo XI el cronista hamburgués Adam de Brema dice conocer una isla llamada "Tierra Fémina", por estar habitada sólo por mujeres aguerridas y bellas; un escritor árabe dice que existe en el Báltico una isla llamada At-Tartuschi y sostiene que existe una tierra habitada sólo por mujeres, pero que suelen tener cautivos a hombres como sementales; los malayos suelen decir que existen mujeres guerreras en la isla de Sumatra y que han habido sangrientas batallas contra hombres considerados intrusos, a los que han derrotado; un misionero católico en Indostán declara que conoce dos islas habitadas sólo por mujeres; Nícolo Conti, viajero italiano que navegó desde 1441 hasta 1444, declaró que conoció mujeres guerreras y cazadoras que vivían en sociedad en la isla de "Socotora", situada frente al golfo de Adén. Se habló también de una isla de mujeres, situada en el golfo de Yucatán; Herodoto declara que a esas mujeres guerreras llamadas amazonas las conoció en Hermodon y Adén. En fin, existe mucho más acerca de las amazonas, pero la brevedad de este trabajo no me permite extenderme.

Tal vez resulte adecuado y grato ofrecer una sinopsis de la obra de Joaquín Aguirre Lavayén acerca de las amazonas de Sudamérica. En una hermosa novela que lleva el título de "Más allá del Horizonte", dicho autor con rigurosa preceptiva literaria y hermosa prosa relata una historia romántica como puede ser una exquisita novela en la segunda parte del libro. De acuerdo con la trama Francisco de Orellana casi huyendo de Sevilla se alista en la expedición de Francisco Pizarro al Perú.

Sin embargo, va contrito porque deja en Sevilla a una muchacha de la cual se enamora perdidamente, pero ella se casa con un marqués. Orellana, envía a la mujer desde el Perú una esmeralda, pero ella le devuelve diciéndole: "…la Marquesa recibe joyas sólo de su esposo". Luego de consumada la conquista y asesinado Atahualpa, Orellana decide actuar por su cuenta y separándose de Pizarro organiza una expedición de voluntarios, alentados por la tentación de buscar y encontrar "El Dorado", cuya existencia siempre creyeron los aventureros españoles. Parte por el río Marañón, que empieza en el Perú: es un río de poco caudal.

Pero a medida que baja la montaña hacia la llanura tropical, va creciendo y va por aquel gran caudal, por la gran serpiente de plata, cuyas rugientes olas devoran los peñascos de las orillas y rugiente y embravecido se ensancha hasta tener la apariencia de un mar. Se extiende allí en medio de una gigantesca selva. Después de sortear innumerables peligros y vicisitudes, Orellana encalla en una orilla. Luchan contra el calor y las calamidades que ya describí líneas arribas.

En la novela, cae víctima de una hermosa mujer de ojos verdes, que iba a disparar su flecha contra el capitán, pero depone su actitud, al ver en su cuello una esmeralda. El autor da a comprender que esas mujeres tenían culto sagrado por las esmeraldas y probablemente relacionada con el color de sus ojos. Más bien aparecen más mujeres, igualmente bellas y de ojos verdes que acogen con curiosidad y afecto a los españoles. De ahí surge un singular y apasionado amor. Ella tiene por nombre Balú, y baila sensualmente ante el español.

Al amor, ella siente una extraña sensación de atracción por el capitán español e igualmente él. Pero Orellana debe volver a España. Así lo hace, pero con el firme propósito de regresar a Balú. En España es recibido como un héroe. Luce elegante y apuesto, aun cuando tiene un parche en uno de sus ojos por una herida recibida en el Perú. En la recepción se halla también la novia que dejó, y parece cambiada. Se acerca a él y le pide la esmeralda, pero él le responde: "¡La marquesa recibe joyas sólo de su esposo!". Desde ese momento ella se vuelve loca de amor y asesina a su esposo cuando éste, con el propósito de perjudicar la nueva expedición de Orellana, le incendia las lonas de su embarcación, pero no alcanza a salir pronto del cuarto de barco, porque su propia esposa, siguiéndole los pasos le cierra por fuera y deja que el marqués reviente como un globo.

Ella enloquece y Orellana, después de burlar obstáculos administrativos creados por maldad, regresa a América, pero ya no encuentra más a Balú su hermosa amazona de ojos de esmeralda, y comienza a delirar… y delira… hasta que enloquece, repitiendo el nombre de ella en la selva inhóspita.

Es la novela de don Joaquín Aguirre Lavayén y rindo homenaje a su memoria, y podría aprovechar la oportunidad para recomendar que los colegios obliguen, a los estudiantes que éste y otros libros de autores nacionales lean, en lugar de tan trillados y sensibleros libros que les dan.

La historia dice que Orellana murió en 1545 América combatiendo contra los indios "manaos" (4).



DATOS:

1) PRIETO, RAMÓN, Los Misterios del Amazonas. Ed. Atlántida, Bs. As.

2) Ib.

3) COÍMBRA, J. BAUTISTA, Siringa. Ed. Cruz del Sur, La Paz.

4) ENCICLOPEDIA SALVAT, Barcelona.

5) HISTORIA UNIVERSAL CARROGIO, Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario