martes, 26 de febrero de 2013

La obsesión espiritista de Abraham Lincoln

Abraham Lincoln está de moda, seguramente por el éxito de la película biográfica de Steven Spielberg, aunque sin duda su dimensión histórica y política trasciende los límites de la gran pantalla.

De hecho, sobre Lincoln se han escrito ríos de tinta destinados a destacar la figura emblemática del decimosexto presidente de Estados Unidos, aquél que otorgó la libertad a miles de esclavos negros, introduciendo de paso a su país en el desarrollo de la Revolución Industrial y convirtiéndolo en potencia emergente en las postrimerías del siglo XIX.

Además, Lincoln tuvo una muerte trágica, baleado en un teatro, lo que le otorga una trascendencia, si cabe mítica, sólo superada por el traumático asesinato, casi un siglo después, de otro presidente, John F. Kennedy.

Ciertamente el común denominador de los estadounidenses sobre la vida y obra del Presidente es que medía 1,93 m de estatura, apenas se cambiaba de ropa y nunca de sombrero, y dormía apenas cuatro horas al día.

Se ignora, sin embargo, que en el “armario” de su lado oscuro ocultaba cierta pasión por el esoterismo, que lo llevó a contratar a uno de los espiritistas más conocidos de Washington, a saber, el enigmático doctor Paschal Beverly Randolph.

Randolph tenía un gabinete en el centro de la capital frecuentado por figuras políticas del Congreso y personalidades de la sociedad que aspiraban a conocer si el futuro les deparaba prosperidad.

Lincoln visitó al doctor en junio de 1860 convencido por su esposa, Mary Todd, muy aficionada a las ciencias ocultas, y Cora Maynard y Nettie Colburn, conocidas luchadoras por la emancipación de los esclavos. En principio, T odd buscaba por todos los medios comunicarse con Willie, su hijo fallecido, pero con el paso de las sesiones, tanto la primera dama como el Presidente “procuraban conocer más sobre el curso que tomarían los acontecimientos políticos a partir del asedio a Fort Sumner y el inicio de la Guerra de Secesión”, escribe el historiador José Lesta.

“En realidad, llegó el momento en que Abraham Lincoln creía más en la palabra de Randolph que en los consejos de sus asesores políticos y militares de la Casa Blanca”, agrega el investigador.

Premoniciones

En el polémico libro biográfico The Intimate World of Abraham Lincoln (El mundo íntimo de Abraham Lincoln), su autor C.A. Tripp sostiene que días antes de su reelección en 1860, Lincoln se vio reflejado en tres espejos a la vez.

“Asustado y temeroso de Dios (provenía de una abigarrada familia de cuáqueros), hizo llamar al doctor Randolph para que interpretara su visión. El doctor y espiritista dijo que Lincoln ganaría las presidenciales, como así fue, y pasaría a la historia como un hombre que supo adoptar decisiones trascendentales, pero que no sobreviviría para administrarlas”.

Poco después de aquel incidente, Lincoln tuvo un sueño que su “asesor espiritista” consideró revelador. “El Presidente escuchó un rumor de personas que provenía del East Room en la Casa Blanca. Azorado, se dirigió a la habitación y vio a la guardia presidencial vestida de gala rindiendo honores a un catafalco. Cuando el Presidente se asomó para ver de quién se trataba, descubrió horrorizado que se trataba de él mismo”, cuenta Tripp.

Pero aún hay más. La víspera de su asesinato Lincoln le comentó a un asesor sobre un sueño que le perturbó el descanso.

“El Presidente le comentó a Alastair Crook que había soñado que moriría asesinado durante una representación teatral. Crook se comunicó con el doctor Randolph que, desafortunadamente para Lincoln, padecía un cólico nefrítico”, continúa Tripp.

“Entonces Crook -prosigue- le pidió al Presidente que no acudiera al teatro Ford, que inventara una excusa perfecta que convenciese al organizador de la velada. Pero Lincoln, además miembro de un capítulo de la masonería de Washington, no estaba dispuesto a desairar a un hermano. Acudió al teatro en compañía de la primera dama ocupando un palco que no había sido revisado por la seguridad presidencial. Hasta ahí se deslizó el actor y fanático secesionista John Wilkes Booth, quien al grito de Sic semper tyrannis (¡Con los tiranos siempre sea así!) disparó contra el político más importante e influyente del siglo XIX”.

Por supuesto cabe preguntarse qué paso con el espiritista Paschal Beverly Randolph. Según C.A. Tripp, Randolph murió en 1875, en extrañas circunstancias. Su cadáver apareció flotando en el Potomac con una bala en la base del cráneo. Como Lincoln.

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