La llamada megafauna australiana estaba compuesta por marsupiales gigantes como el diprotodontes -del tamaño de un rinoceronte-, enormes aves, reptiles y monotremas, pero se extinguió después de que los humanos se asentaran en este territorio, hace unos 42.000 años, según la información obtenida en hallazgos arqueológicos.
La investigación de Susan Rule, de la Universidad Nacional Australiana, y Christopher Johnson, de la Universidad de Tasmania, reafirma la teoría de la responsabilidad humana en la desaparición de la megafauna en Australia y descarta otras explicaciones vinculadas al uso del fuego y el cambio climático.
Los científicos creen que los primeros seres humanos que llegaron al continente cazaron a estos animales hasta eliminarlos y que con, su desaparición, comenzó a aumentar la proporción de los arbustos esclerófilos de hojas perenne, dura, resistente a la sequía, y que finalmente dominaron la estructura de los bosques australianos.
"Al analizar el impacto de estos herbívoros y las consecuencias de su extinción se responde también a preguntas importantes sobre la historia natural australiana", dijo Johnson a la radio ABC.
La investigación, publicada en la revista "Science", se basó en el análisis de las esporas de unos hongos hallados en dos núcleos sedimentarios del Cráter de Lynch, un pantano fosilizado situado en el noreste del estado de Queensland.
En ese lugar encontraron que las esporas "sporormiella", que crece principalmente en las heces de los herbívoros vertebrados de gran tamaño, desaparecieron hace 41.000 años al igual que la fauna gigante y poco después de la llegada del hombre.
Las muestras también revelaron que hubo dos cambios climáticos importantes en los últimos 80.000 años, en los que la Tierra se enfrió y calentó, pero que ninguno de los dos tuvo impacto alguno en la presencia de la "sporormiella".
"Esto elimina el cambio climático como causa de la extinción", dijo Johnson, según el cual, la población de estos animales gigantes permaneció estable a pesar de períodos de sequía severa.
Las conclusiones del estudio han recibido críticas como las de la arqueóloga Judith Field, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, que considera que la relación entre las esporas y la abundancia de megafauna no está demostrada.
"La única evidencia que tenemos de la megafauna de Queensland indica que desapareció antes de que llegaran los humanos", dijo Field al diario Sydney Morning Herald.
"No tenemos pruebas arqueológicas sobre cacería a gran escala de megafauna por parte de los humanos y sólo en dos yacimientos hay pruebas de que coexistencia", añadió la arqueóloga.
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