domingo, 25 de marzo de 2012

Historia del naufragio El galeón La Capitana

26 de octubre de 1654, “cuando algo comienza mal es por algo”. Si los españoles que iban en La Capitana hubieran hecho caso a las “señales”, el barco no hubiera zarpado y no habría tenido el fatal desenlace que provocó su hundimiento.



El Jesús María de la Limpia Concepción, conocido cariñosamente como La Capitana, pesaba 1.150 toneladas y tenía 44 cañones de bronce. Era el galeón más grande nunca construido para el Rey Felipe IV, y formaba parte de la Armada del Mar del Sur.

En octubre de 1654, La Capitana se preparaba para zarpar, pero sus problemas comenzaron antes de que saliera del puerto. En una inspección sin previo aviso por parte del Virrey del Perú, se descubrieron una gran cantidad de lingotes y cuñas de plata en la cabina privada del Capitán General Don Baltasar Pardo de Figueroa. Fue detenido de inmediato, dejando a la nave sin capitán. El almirante se encontraba en línea directa como sucesor, pero se le ordenó antes navegar a Acapulco en el galeón Santiago.

Por lo tanto, Francisco de Sosa fue nombrado Capitán General. Su segundo al mando era Bernardo de Campos, quien era entonces el encargado del mineral de plata. Como encargado de este mineral estaba a cargo de inventariar toda la plata transportada a bordo de La Capitana. Una vez que el Virrey determinó que no había más productos de contrabando, a La Capitana se le dio permiso para zarpar.

El 18 de octubre de 1654, La Capitana se alistó para zarpar. Sin embargo, el destino intervino cuando el cable del ancla se separó, hundiéndose en el fondo marino. La recuperación del ancla llevó todo el día y entrada la noche La Capitana se encontraba de nuevo lista para zarpar. Salió del puerto acompañada de un galeón de 1.100 toneladas llamado San Francisco Solano (“El Solano"). El viaje resultó sin incidentes hasta la noche del 26 de octubre cuando el vigía vio a los corsarios más adelante. Desafortunadamente, los esfuerzos para que La Capitana eluda el peligro solo la condujo a un gran arrecife frente a las costas de Chanduy, Ecuador. Golpeó fuertemente contra los arrecifes tres veces, perdieron el timón y comenzó a hacer agua.

Sin poder obtener ayuda de El Solano, se las arreglaron para conducir la nave cerca de la costa y la anclaron a cuatro y media brazas de agua. Al anclarla en aguas relativamente poco profundas había una mejor oportunidad de salvar su tesoro. Durante el rescate se hizo evidente que había mucha más plata que el registrado en el inventario. Esta discrepancia provocó una investigación por parte del Virrey lo cual fue seguido por numerosas detenciones.

El hecho de que La Capitana se encontrara con demasiado sobrepeso dificultó grandemente los esfuerzos de rescate. La mayoría de las barras de plata y monedas se encontraban en la parte inferior del casco y el peso de la carga apilada en la parte superior del tesoro dificultaba aún más los esfuerzos de salvamento. Para empeorar las cosas, en la parte superior de la carga se tenían 12 mil fardos de lana, a pesar de que la lana había sido expresamente prohibida a bordo de los galeones reales.

El rescate de La Capitana se llevó a cabo desde 1654 a 1662. Se recuperó una parte pero la mayoría quedó en el fondo del mar más de 300 años, hasta que fuera descubierto en 1997.

Monedas potosinas vendidas por internet

Si todavía algunas personas dudan de que parte del tesoro recuperado del galeón español La Capitana, hundido en territorio ecuatoriano en 1654, era boliviano; solo tiene que colocar “Monedas La Capitana” en algún buscador de internet.

Grande será su sorpresa al constatar que decenas de páginas de empresas dedicadas a la venta de monedas y billetes en el mundo, ofrecen “macuquinas” y monedas acuñadas en Potosí, con una certificación original de que pertenecen al pecio rescatado del barco La Capitana.

Una de ellas es New World Treasures, donde se muestra las fotos de tres monedas de 4 y 8 reales, cuyos precios de venta oscilan entre los 300 y 800 dólares americanos. De las tres, dos ya tienen el sello de vendidas.

En cada una de las monedas se realiza una explicación detallada para los entendidos en la materia. No obstante, los datos muestran claramente que las mismas fueron acuñadas en Potosí dos a tres años antes del hundimiento del barco.

Las monedas de 8 reales tienen un peso de 24.5 gramos y un diámetro de 3.81 centímetros y las de 4 reales tienen un peso: 13,7 gramos y un diámetro de 3.04 centímetros.

Esta página es sólo un ejemplo que muestra cómo se han estado y se continúan vendiendo monedas que fueron acuñadas en Potosí, y que formaban parte del inmenso tesoro americano que llevaba en su vientre el galeón español.

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