El rey, al fundar la orden de la Tabla Redonda armó a sus nobles guerreros para gobernar el país impartiendo justicia y solidaridad. Debían cabalgar por todo el país castigando al tirano y al malhechor y prestando ayuda al desvalido y menesteroso, de este modo el rey y sus caballeros ganarían al apreció del pueblo y lloverían bendiciones del cielo.
El más bello, el más fuerte y el más cumplido caballero de todos era Lanzarote del Lago, a quien el rey le tomó bastante confianza siendo su brazo derecho.
La orden comenzó a decaer cuando surgió la demanda del Santo Grial que hizo que los caballeros partieran en su búsqueda y muchos perecieran en la misma. Según la leyenda, el Santo Grial fue llevado a Inglaterra por José de Arimatea, piadoso varón que enterró a Jesús. Esta santa copa había sido venerada en Inglaterra en tiempos lejanos; mas luego desapareció repentinamente y con ella su culto.
El final definitivo de la orden ocurrió cuando la hermana del rey, la bruja Morgana, hizo públicos los amores adúlteros entre la esposa del rey, Ginebra y el primer caballero de éste, Lanzarote. Cierto día, el hombre de confianza del rey fue sorprendido con la reina por sus enemigos y éstos se abalanzaron sobre él gritando traidor al rey, entonces Lanzarote dio muerte a muchos de ellos y se vio obligado a huir con la reina. Enterado el rey montó en cólera y condenó a la reina a morir en la hoguera a causa de su infidelidad.
Ya estaba atada la reina Ginebra a la pira y las llamas comenzaban a lamer sus pies, cuando de pronto se presentó Lanzarote y, matando a los que la rodeaban, la salvó de entre las llamas y poco después fue recluida en un monasterio donde ella se consagró a la oración.
La historia de la reina y Lanzarote desató una guerra civil y a la muerte del rey a manos del traidor Morderec sobrino del rey. Después de aquello, Arturo fue llevado por Morgana, su hermana a la isla de Avalón, donde sería enterrado. En cuanto a la reina Ginebra, también fallecía de melancolía por no ver a su amado Lanzarote, a quien fue más fiel que a su marido. Mientras tanto, el caballero que había causado la desdicha del rey había desaparecido como tragado por la tierra.
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