martes, 29 de mayo de 2012

Templarios, entre la historia y la leyenda

Imagínense, por aquello de entrar en materia, a uno de esos grupos de superhéroes de historieta que hoy están muy de moda, como por ejemplo Los Vengadores, y sitúen sus aventuras y desventuras en el siglo XIII.

Sin demasiada pretensión, nos hallaremos con los caballeros templarios, así como lo leen ustedes y sin exagerar ni un poquito. Resulta que al calor de las Cruzadas, se creó una orden de caballería, cuyo objetivo era defender el Santo Sepulcro, conquistado a sangre y fuego en la Sexta Cruzada (1228- 1229) por Federico II, emperador de Alemania.

Los reyes cruzados, que habían gastado arcas propias y ajenas en una interminable campaña por recuperar los santos lugares, apenas tenían la cintura financiera para hacerse cargo también del Santo Sepulcro, amenazado por los musulmanes que también consideraban a la mítica Jerusalén como su ciudad sagrada.

Los monarcas, cansados por el fragor del combate y hastiados del sol y el polvo de Medio Oriente, fundaron entonces la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, una organización consagrada a la defensa de aquellos peregrinos cristianos que visitaban los santos lugares.

“En un principio los caballeros se asentaron a las afueras de Jerusalén, pero uno de ellos, el barón Pierre de Gasquet, descubrió una entrada secreta al Templo de Salomón que guardaba el legado de Dios al pueblo elegido de Israel”, escribe el historiador y periodista español Javier Sierra.

Según varios expertos, entre ellos Sierra, los caballeros encontraron el Arca de la Alianza, celosamente ocultada a los romanos durante siglos; la lanza de Longinos, que remató a Jesús en la cruz; e incluso los Diez Mandamientos grabados en las Tablas de la Ley.

“Ahí está el origen de su poder. El hallazgo de los textos sagrados fue utilizado por los caballeros para consolidar su influencia en Jerusalén, desafiando incluso la autoridad de los reyes europeos que recelaban de la orden que ellos mismos habían creado pensando que los templarios iban a dedicarse exclusivamente a defender Tierra Santa”, escribe Wálter Vissi, semiólogo e historiador de las religiones de la Universidad de Milán.

Vissi afirma que los templarios creían estar predestinados a regir la Cristiandad y para ello cruzaron el Mediterráneo para establecer pequeñas organizaciones en la Europa medieval, “oscura y siniestra, incapaz de entender la modernidad que proponía el Temple como institución”.

El pecado de los templarios

Umberto Eco, en su famosa novela El péndulo de Foucault expone su propia teoría sobre el origen de los caballeros templarios.

El autor sostiene que el Temple, como otras organizaciones en el devenir de la historia, utilizaron el peso específico de la religión para influir en los reinos europeos “territorialmente dispersos, sumidos en la corrupción del feudalismo y controlados por el único Estado serio representado por la autoridad del Papa en Roma”.

Ciertamente, los templarios edificaron iglesias y capillas donde se reunía “un exclusivo grupo de feligreses, nobles señores feudales que recurrían al Temple para obtener créditos en moneda local que permitieran sostener sus tierras y, probablemente, financiar ejércitos mercenarios para defenderlos de la plebe analfabeta y descontenta afectada por la peste y el hambre”, agrega Wálter Vissi.

Sea como fuere, a un ilustre templario francés, Jacques de Molay, se le ocurrió la idea de fundar pequeñas instituciones de ahorro y préstamo que, a la larga, se constituyeron en el antecedente del concepto de banca.

“El Temple contaba con suficientes recursos económicos para seducir a los señores feudales e incluso se animaron a proponer créditos y préstamos a los reyes desafiando la orden papal de prestar dinero a los reinos cristianos emitida por el papa Bonifacio XVI. Ése fue el gran pecado de los templarios”, añade Umbero Eco.

Uno de los monarcas endeudados, Felipe el Hermoso de Francia, no sabía cómo quitarse de encima a los acreedores templarios y presionó al papa Clemente V para que les despojara de sus privilegios.

Así, se los acusó de brujería y apostatía, y en 1314 se suprimió la Orden del Temple. Jacques de Molay fue procesado por un tribunal que lo sentenció a muerte en París, frente a la catedral de Notre Dame. Aquel fue, además del fin de la etapa dorada de los templarios, el origen de la masonería. Pero ésa es ya otra historia.

“Los templarios creían estar predestinados a regir la Cristiandad pero cometieron un pecado fatal”.
Wálter Vissi, historiador

Orden Temple
1227 Los enfermeros de un hospital de Jerusalén se organizan militarmente para defender los lugares santos. Nace la Orden del Temple o los templarios.


1296 El papa Bonifacio XVI prohíbe a las órdenes eclesiásticas realizar préstamos a los reyes. Los templarios realizaban préstamos a varios monarcas, como Felipe el Hermoso.


1314 El papa Clemente V ordena la disolución de la orden. Su jefe, De Molay es ejecutado.

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