viernes, 15 de junio de 2012

Bulgaria se reclama como cuna del mito del vampiro

Bulgaria arrojó el guante a la vecina Rumania como origen pagano de la leyenda de los vampiros al albergar Sofía el esqueleto de un supuesto “bebedor de sangre” hallado hace días en una tumba medieval en la localidad de Sozopol, a orillas del Mar Negro.

El supuesto vampiro, o mejor dicho un esqueleto de hombre que en vida medía unos 175 centímetros, pero cuya identidad y edad todavía se desconocen, fue enterrado en una casa con un trozo de hierro de un arado clavado en el corazón y se halla a partir de ayer en el Museo Nacional de Historia en Sofía.

El personaje, que data del siglo XIV, es una muestra de la costumbre pagana consistente en atravesar el corazón de fallecidos con una hoja metálica para que no resucitaran de entre los muertos.

Así lo explicó a la prensa el director del museo, Bozhidar Dimitrov, al presentar el hallazgo, tras datar el origen de la creencia en los vampiros en la Edad Media o incluso más temprano, en la época precristiana o primeros siglos de los conversos cristianos en el reino búlgaro.

“Los vampiros son parte de la mitología búlgara y la creencia en ellos data de la época precristiana, pero el cristianismo los rechazó”, explicó Dimitrov, un conocido historiador búlgaro.

Según el científico, la creencia popular en aquella época consistía en que al morir una persona su alma iba al reino celestial, donde recibía el reposo eterno, aunque esta prerrogativa sólo valía para las almas de los justos y sin pecados, y que habían respetado las entonces normas morales.

Por el contrario, las almas de los malvados se quedaban en sus cuerpos y muchas veces salían de la tierra para beber sangre, primero de animales y posteriormente de seres humanos, según la leyenda.

Por ello, para prevenir que el difunto se convirtiera en un vampiro, en la noche inmediatamente después del entierro, y siempre antes de medianoche, un grupo de valientes exhumaba el cadáver y le clavaba un hierro o un palo de madera en el pecho.

“Los más ricos usaban hierro y los pobres clavaban madera”, aseguró Dimitrov, tras añadir que así se creía que el peso del material presionaría al muerto y no le permitiría levantarse.

El profesor subrayó que el hecho que tales ritos existieran en las tierras de lo que hoy es Rumania no debe extrañar a nadie, ya que este territorio formaba parte del reino búlgaro hasta el siglo XIV, cuando el país cayó bajo el yugo otomano.

Dimitrov pone en tela de juicio la percepción de que Rumanía sea la cuna del vampirismo, creada gracias a la novela Drácula, publicada en 1897 por el irlandés Bram Stoker y basada en cuentos populares de la región sobre un gobernante local llamado Vlad Tepes.

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