domingo, 15 de julio de 2012

La realeza tiene un gran éxito en las subastas de sus prendas de vestir


Las casas de subastas se frotan las manos cada vez que tienen la ocasión de ofrecer el vestido o el sombrero de una princesa: Este tipo de veladas despierta un interés mundial que se traduce en sumas récord. Aunque en la mayoría de los casos, el monto va a parar a fines benéficos.

El éxito de estas subastas volvió a comprobarse recientemente, cuando la casa Kerry Taylor remató dos llamativos sombreros lucidos por la duquesa Catalina de Cambridge, esposa del príncipe Guillermo de Inglaterra. El primero lo había llevado en 2008, cuando el nieto de la reina fue nombrado caballero de la Orden de la Jarretera, y el segundo, en 2010, para la boda de un amigo. Y los dos fueron subastados por más de 5.000 dólares.

El año pasado, un vestido transparente de punto que la entonces Kate había lucido en un desfile benéfico en su época de estudiante fue rematado por 113.000 dólares. Al parecer, Guillermo estaba entre el público y quedó prendado de la joven, que más tarde acabó siendo su novia y esposa.

También la princesa noruega, Mette-Marit, vendió a principios de mes varias piezas de su armario a través del “mercadillo” de lujo online bloppis.no. Sus vestidos, zapatos y bolsos desaparecieron del catálogo en apenas unas horas.

En mayo de 2011, un sombrero de la princesa Beatriz de Inglaterra - hija del duque de York - fue subastado por más de 110.000 dólares y dos vestidos que pertenecieron a Diana de Gales cosecharon en una subasta en Los Angeles 276.000 dólares. Incluso se ha llegado a subastar la ropa interior de la reina Victoria (1819-1901).

Pero, ¿quién gasta tanto dinero en este tipo de adquisiciones? “Los compradores son muy mixtos”, afirma una portavoz de la casa de subastas Christie’s. Se trata, sobre todo, de fans de los diseñadores o de los famosos que llevaron sus prendas. Y éstas sólo rara vez vuelven a salir a subasta.

“Siempre hay un porcentaje de personas que compran por invertir. Pero la mayoría lo hace por pasión”, añade la experta. Además, están los museos que adquieren este tipo de ropa para exposiciones. Y especialmente si la suma es muy alta, los compradores suelen mantener el anonimato.

El dinero recaudado en este tipo de subastas suele estar destinado a fines benéficos o a fundaciones. “Muchas personalidades públicas se comprometen a donar algo para subastarlo”, dice la portavoz de Christie’s. Así, la princesa Mette-Marit donó las 17.000 coronas (unos 2.800 dólares) de su venta online a una iniciativa para la infancia y el medio ambiente.

Hace años que las subastas de ropa u objetos de famosos forman parte del calendario de Christie’s. Para calcular su valor, es determinante que la prenda se pueda vincular sin lugar a dudas al famoso propietario. “Como en toda subasta, el origen tiene que ser demostrable”, añade la portavoz. Otros factores no menos importantes son el grado de fama del dueño o el momento que el que lució la prenda o complemento.

Si la suma es muy alta, los compradores suelen mantener el anonimato.

Un aria que Verdi calificaba de mala es la más popular
Giuseppe Fortunino Francesco Verdi (1813- 1901), el compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, el más notable e influyente compositor de ópera italiana, fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico.

El célebre músico necesitaba un aria para terminar su ópera Rigoletto y la tarde anterior al estreno aun no la había compuesto; de mal humor, compuso algo con una armonía muy básica, que él mismo consideró bastante mala. Esa aria de descarte es la famosa Donna è mobile, una de las más populares de la música clásica italiana y universal.


El rey que quiso demostrar que el café era veneno
Gustavo III de Suecia (1746-1792) estaba convencido de que el café era un veneno y decidió demostrar su teoría al ordenar a un reo que ingiriera esta bebida cada día, en tanto que otro debía tomar, en la misma proporción, té. Un médico, nombrado por el soberano sueco, seguía de cerca el experimento. El resultado final no habría complacido al rey, si es que hubiera alcanzado a conocer el resultado...El monarca fue el primero en morir; posteriormente falleció el galeno que controlaba el experimento; muchos años después el reo que tomaba té y, por ultimo, el bebedor de café.


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